viernes, 30 de marzo de 2007

Rodolfo Walsh: el escritor militante



¿Quién fue Rodolfo Walsh? ¿Por qué, después de ser ninguneado durante décadas, hoy recibe todo tipo de homenajes? Comencemos relatando brevemente su vida.
El género policial será su “primer amor” y, de cierta manera, se hará presente en todos sus relatos. Su fascinación por los cuentos policiales comenzará en 1944, debido a su trabajo como corrector de pruebas y traductor de escritos de este tipo en la editorial Hachette de Buenos Aires. Luego publicará Diez cuentos policiales argentinos y más tarde Variaciones en rojo (1953) que reúne tres cuentos policiales fundamentales de la literatura argentina. Esto vaticinará a lo que se dedicará el resto de su vida: la investigación del crimen. En este caso, se trata del crimen individual, pero más adelante se dedicará al crimen social, donde el principal culpable es el Estado. Así dará paso a la creación de un nuevo género: la novela de no ficción. Género que consagrará Truman Capote con A sangre fría (1959), tres años después de la publicación de Operación Masacre, la primer novela de Walsh basada en hechos reales.
Hasta 1956, la vida del escritor argentino estaba marcada por la tranquilidad y transcurría dentro de la normalidad cotidiana. Jugaba al ajedrez-juego aristocrático si los hay-, se dedicaba a la literatura convencional y a su vida familiar. Pero el año 1956 abrirá un camino en su vida que, de cierta manera, lo llevará hasta la muerte. Esto se encuentra reflejado en el Prólogo de Operación Masacre: “La primera noticia que tuve de los fusilamientos clandestinos de junio de 1956 me llegó en forma casual, a fines de ese año, en un café de La Plata donde jugaba ajedrez, se hablaba más de Keres o Nimzovitch que de Aramburu y Rojas, y la única maniobra militar que gozaba de algún renombre era el ataque a la bayoneta de Schlechter en la apertura siciliana”. A partir de ese momento, nacerá Operación Masacre y el género de no ficción.
Los fusilamientos de José León Suárez relatados allí suceden en el marco de la llamada Revolución Libertadora, que derrocó al gobierno de Perón, comandada por el General Aramburu. Los hechos surgen como consecuencia de un intento de resurrección del General Valle, adepto al peronismo, en contra del gobierno de facto. En ese momento, el propio Walsh sentía cierta indiferencia ante los sucesos y dejará en claro que se encontraba allí solo por casualidad: “(...) Valle no me interesa. Perón no me interesa, la revolución no me interesa. ¿Puedo volver al ajedrez? Puedo. Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuentos policiales que escribo, a la novela seria que planeo para dentro de algunos años, y a otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo, aunque no es periodismo. (...) Es solamente el azar lo que me ha puesto eso ante los ojos. Pudo ocurrir a cien kilómetros, pudo ocurrir cuando yo no estaba.”
Cuando Walsh se entera que allí hubo sobrevivientes se dedicará a seguir las pistas que le revelen las entrañas de esa historia inexplicable y su vida cambiará abruptamente, teniendo que cambiar su identidad y recluirse en una casa en una isla del Tigre. Esto también lo dejará registrado en el Prólogo.
A diferencia de Capote, quien en seguida pudo publicar su libro, a Walsh no le será tan fácil. Deberá publicarla en partes y adaptándose a los tiempos en que vivía: con la Revolución Libertadora como amenaza permanente. Durante más de un año, los artículos sobre los fusilamientos de José León Suárez fueron publicándose en periódicos como Propósitos, Revolución Nacional, Azul y Blanco y Mayoría.
Bajo el mismo método de investigación, años mas tarde publicaría ¿Quien mató a Rosendo García? que también comienza con una serie de notas, presentadas por primera vez en el Semanario de la CGT -del cual será director luego de su viaje a Madrid donde se entrevistó con Perón, encuentro donde nace el cuento Ese hombre. Luego se publicará la novela completa, en 1968, y El caso Satanowsky, en 1973.
En 1959 viajará a Cuba donde funda, junto a Jorge Masetti, la agencia de noticias Prensa Latina. Allí surge el criptógrafo, con pocos conocimientos del oficio, y con el instinto y su habilidad de develador de enigmas como únicas armas. Entonces logrará descifrar un cable de noticias, dirigido al gobierno de Estados Unidos, de agentes de la CIA en Guatemala que rebelaban detalles de lo que sería el desembarco de Playa Girón. Su relación con el gobierno cubano quedará plasmada como por “casualidad” en Ese Hombre: “(...) El Viejo desliza sobre el vidrio una caja terciada de tabacos. Tomo uno, lo hago girar entre los dedos, aspiro su lejano aroma.
‘Me los manda Fidel’ dice el Viejo. ‘Cómo están por allá’.
‘Siempre preguntan por usted.
Es cierto: siempre preguntan por él.
‘Esperaban su visita’ digo (...)”
Dos años después regresará a Buenos Aires donde publicará obras de teatro y Los Oficios terrestres (1967), en el cual figura Esa mujer y Fotos. En esos días, el país estaba sumido bajo la dictadura de Onganía, luego vendrá la presidencia de Campora (1973) y la vuelta de Perón. Entonces, entonces comenzará la militancia de Walsh. Entre 1970 y 1973 militará en el peronismo de base, y después en la agrupación Montoneros. Tiempos en que enseñará periodismo en las villas miseria y surgirá la edición Semanario Villero.
El gobierno de Isabel Perón (1974) y la Triple A marcarán el principio del fin. Marzo de 1976 será el inicio del calvario de muchos, también el de Walsh. Vendrá la clandestinidad, la vida del intelectual comprometido con una causa, las cartas y los cables de la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA) como única manera de comunicar. ANCLA será un órgano dependiente de Montoneros y representará la posibilidad de la prensa como factor de organización y lucha política. Las características de la agencia serán las mismas que marcaron la obra de Walsh: rigurosa información, fomento de la participación popular en la producción de la noticia e instrumento de contrainformación y de militancia política.
La última carta será el motivo de su muerte. Carta abierta de un escritor a la Junta Militar es una obra maestra del periodismo y una expresión de su tremendo coraje: “La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, lo que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades”.
Iniciada tres meses antes, el 24 de marzo de 1977 envía diez copias a diferentes medios y organismos nacionales e internacionales. No fue publicada por ningún medio local, pero poco a poco se difundió en el extranjero. El 25 de marzo, el Grupo de Tareas 3 de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) lo estaba esperando. Alfredo Astiz era el encargado del operativo. Rodolfo pasa frente al grupo con su disfraz de jubilado, uno de ellos lo reconoce y grita: ¡Alto policía! Walsh comienzan a correr. Él sabía lo que sucedería si lo agarraban con vida, entonces decidió que esto no ocurra. Viendo que las posibilidades de escapar eran nulas, saca una pistola calibre 22 y se une al fuego hasta que cae derrotado. Su final será similar al de su hija Victoria que, en septiembre de 1976, al sentirse acorralada frente a un tiroteo grita: “Ustedes no nos matan, nosotros decidimos morir” y se quita la vida con un balazo en la cien.
Rodolfo Walsh llegó muerto a la ESMA y, al igual que el resto de los 30 mil desaparecidos, aún no se sabe que sucedió con su cuerpo. Las últimas palabras de su carta a la Junta Militar resumen la actitud militante de sus escritos: “Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.

La muerte como resistencia
“(...) Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad.
El verdadero cementerio es la memoria”.
Rodolfo Walsh

Rodolfo Walsh murió de la misma forma en que vivió y escribió. El periodismo y la literatura eran concebidos por él como una herramienta para la lucha. Debió ser estudiado primero en los Estados Unidos para que sus compatriotas sepan de la grandeza de su prosa. Paradoja si las hay, ya que comienza a ser reconocido por aquellos que impulsaron la Doctrina de Seguridad Nacional que lo llevaría hasta la muerte.
Mas allá de lo novedoso de sus métodos literarios y de haber marcado un hito en la historia del periodismo, Rodolfo Walsh es un ejemplo de vida. Rodolfo Walsh murió de la misma forma en que vivió y escribió: luchando por lo que creía justo. Seguramente alguien argumentará que Rodolfo Walsh no podría ser ejemplo, ya que perteneció a Montoneros, cuya lógica era la violencia. Es verdad. Pero debemos tener en cuenta que hay tantos otros, que tal vez no empuñaron armas, pero que alentaron regímenes sangrientos como la brutal dictadura que asesinó a Walsh. Tantos otros que nunca morirían por sus ideas, porque no los rige ninguna ética, solamente la de servir a los intereses del dinero. No es necesario decir algo más, por eso termino con las últimas palabras de Carta a mis amigos, donde Walsh deja en claro qué significaba para él la vida, una vida que incluye también la muerte: “(...) Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón (...). Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, su hermosa vida.
No vivió para ella, vivió para otros, y esos otros son millones.
Su muerte, sí su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy quien renace en ella (...)”.

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