lunes, 11 de junio de 2007

Cándido López y la guerra de la Triple Alianza



Entre 1865 y 1870 se produjo la Guerra de la Triple Alianza, o Guerra del Paraguay. Argentina, Brasil y Uruguay, aliados, se enfrentaron a Paraguay, al que terminaron derrotando. Este fue uno de los episodios más lamentables de nuestro pasado sudamericano, que costó muchas vidas y dejó al Paraguay con una población masculina muy afectada por las bajas que se produjeron. La guerra en sí se debió a varios factores, entre los que sobresalían los conflictos políticos internos de los países aliados, que vinieron a desembocar en el estallido de la guerra.
Todo había empezado con un conflicto interno entre blancos y colorados, que se disputaban la hegemonía política en el Uruguay. El Partido Colorado obtuvo el decisivo apoyo militar de Brasil, y así logró tomar el poder. Los blancos piden ayuda militar a Paraguay, quien manda un ejército para sostener al gobierno blanco. Pero para hacerlo piden autorización a la Argentina para pasar sus tropas por territorio de Misiones. Mitre, presidente de la Argentina, niega el paso alegando neutralidad, lo que lleva a los paraguayos a invadir Corrientes militarmente. A partir de allí, Argentina entra en la guerra, y se forma la alianza con Brasil y Uruguay.
Pero más allá de esto, hay una historia particular asociada con esta guerra, la historia de un argentino, fotógrafo y pintor, seguidor de Mitre, que se alista voluntariamente para ir a combatir, y lleva con él sus elementos de dibujo. Es Cándido López, uno de los primeros fotógrafos que actuaron en Bs As en las épocas del daguerrotipo. En los tiempos muertos entre los combates, toma detallados apuntes de la disposición de los ejércitos, realiza croquis y bocetos de los uniformes, los soldados, los carruajes y el paisaje circundante. Pero en la famosa acción de Curupaytí, una granada le lastima gravemente su mano derecha y debe refugiarse en una trinchera tratando de contener la hemorragia.
Me senté al pie de un tronco… y con un pañuelo empecé a vendarme la herida… Vino hasta mí mi asistente, que se había enterado de mi herida… El sacó un gran pañuelo a cuadros blancos y colorados y con él hacía sombra a mi herida. De pronto una granada estalló a nuestro lado y uno de sus cascos hirió mortalmente a mi estimado González, cuyo pañuelo cayó sobre mi herida. Este doloroso suceso me hizo pensar que debía buscar una posición menos expuesta a las balas del enemigo, y me introduje en la zanja, habiéndome en esta situación puesto el brazo en cabestrillo, sirviéndome para ello del pañuelo que me dejó mi asistente. Desde allí estuve observando largo rato la batalla, esto me sirvió para recuperar las fuerzas, pero mi herida era sumamente dolorosa.
No sé qué tiempo estuve en esta posición, cuando de repente oí el toque de atención y retirada. Volví la vista de donde partía, y vi al general Mitre, siempre con su viejo trompa de órdenes en una actitud tal que me infundió las fuerzas que necesitaba así, por mis propios medios, poder trasladarme a mi campamento en Curuzú, a donde llegué ya tarde, encontrándome con el Dr. Lucilo del Castillo, quien con toda solicitud puso hilas y vendas en mi herida.
Posteriormente, y para evitar los efectos de la gangrena, sufrió la amputación del brazo derecho hasta arriba del codo, por lo que sería llamado el manco de Curupaytí.
La pérdida de su brazo derecho no sólo produce su baja de las filas del ejército, sino que pone en duda su continuidad como pintor en la vida civil, y la imposibilidad de seguir la carrera que había decidido seguir. Sin embargo (y esto es lo sorprendente en la historia de Cándido López), desde su regreso a Buenos Aires pone todo su esfuerzo en aprender a pintar con la mano izquierda.
Su idea era llevar al lienzo todas las escenas de la Guerra del Paraguay que él había registrado en bocetos y apuntes, y así llegó a pintar algo más de cincuenta cuadros, de los noventa que era su proyecto original. Veintinueve de ellos fueron expuestos en los salones del Club de Gimnasia y Esgrima en 1885, que luego compraría el Poder Ejecutivo Nacional, y hoy se conservan aquí, en el MHN.
Desde aquella primera exposición, su obra fue considerada como una crónica gráfica de la guerra, por su cuidado de los detalles, sus formatos muy apaisados con vistas elevadas, poco comunes en la época, y sólo muchos años después fue revalorada por sus méritos artísticos.
El propio López compartía el juicio de B. Mitre, quien como historiador afirmaba que sus cuadros son verdaderos documentos históricos por su fidelidad gráfica y contribuirán a conservar el glorioso recuerdo de los hechos que representan.
Hay que notar que toda su labor pictórica transcurre en una época donde se organiza y se institucionaliza la escena artística en Buenos Aires, aparecen la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, las galerías de arte, y se desarrolla la crítica especializada y la enseñanza, etc. Sin embargo, Cándido López permaneció ajeno a este medio y a sus cánones, tanto como esos círculos lo ignoraron también a él.
Fuente. Científicos Industria Argentina.

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1 comentario:

Irene dijo...
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